
La batalla por la nominación del partido demócrata se ha vuelto una verdadera riña entre Hillary y Barack y está creando una división entre los seguidores de ambos candidatos, que va a ser muy difícil de superar una vez terminen las primarias demócrata.
Esa división, como pasó con la hostilidad que existía entreTed Kennedy y Jimmy Carter durante las primarias demócrata del 1980, puede costarle una victoria que es casi segura, al candidato demócrata, en las elecciones generales.
Hillary se ha visto obligada por el éxito que Barack ha tenido en las primarias que se han efectuado, a emprender una estrategia que ha sido llamada “The Kitchen Sink”. Estrategia que significa que su campaña hará lo que sea para lograr la nominación de ella. Lo que en buen castellano significa, tirarle hasta él lavaplatos a Barack.
Esa estrategia, aunque ha tenido algún éxito y ha frenado un poco el momento de Obama, está causando una división del partido demócrata y le está proveyendo material que será usado por la campaña de McCain para atacar a Barack, si es él nominado, y los contra-ataques de Barack, proveen material que será usado en contra de Hillary, si ella es la nominada.
Según los analistas políticos, la matemática no está a favor de Hillary, lo que significa que no importa cuántas de las primarias que restan Hillary gane, ella nunca podrá obtener el número de delegados que se necesita para ganar la nominación.
Entonces, ¿Por qué Hillary no se retira y le concede la victoria a Barack y así evita una división del partido?
Pues obviamente es porque Hillary, aunque existe una remota posibilidad de que Barack obtenga el número mágico de delegados, sabe que eso es casi imposible. Por lo tanto, su maniobra es ganar la primaria de Pennsylvania y así poder proclamar que como ella ha ganado las primarias de los estados más importante para las elecciones nacionales, merece el apoyo de los súper-delegados, quienes al parecer, serán los que con sus votos, decidirán la nominación del candidato demócrata.
La controversia que enfrentará el partido demócrata con los seguidores de Barack, si después de ganar la mayoría de los votos y de los delegados, se le niega la nominación, será muy perjudicial para él partido y ya varias encuestas señalan que muchos de los seguidores de Barack y Hillary no votarían, o votarían por McCain, si sus candidato no es nominado.
No hay dudas de que Obama es el líder de un movimiento político que ha motivado a millones de ciudadanos a participar en él proceso electoral por primera vez. Por eso, si ese bloque de votantes nuevo es marginado al negarle la nominación a Obama, además de echar para el suelo el concepto de que en un sistema democrático la mayoría gana, terminará exacerbando la división del partido, y costándole la presidencia al candidato demócrata en Noviembre.
Pero ahora con la controversia de las pronunciaciones antiamericana del Reverendo Wright, a Barack se le ha puesto la piña un poco agria, ya que esa controversia va salir a relucir en las eleccciones generales, y puede costarle la presidencia al partido demócrata.
El dilema que enfrentan los super-delegados es si obedecen la decisión de la mayoría de los votantes demócratas y votan por Obama aunque tenga pocas posibilidades de ganar en las elecciones generales, o desacatan la decisión de la mayoría y votan por Hillary.
¡Tremendo lío!
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