Como dominicano que soy, y sobre todo, inmigrante, se me hace difícil hablar en contra de la inmigración ilegal, pero las consecuencias negativas para nuestra sociedad de un flujo incontrolado de inmigrantes ilegales, es algo que no puedo ignorar.
Aunque las personas que han entrado de una manera ilegal a este país, muchas veces pasando dificultades terribles para llegar aquí en busca de un futuro mejor, merecen nuestra solidaridad y entendimiento, no podemos oponernos a todas las reformas, regulaciones, leyes, y legislaciones que tratan de resolver no solo el estatus migratorio de los inmigrantes ilegales, sino también de frenar ese flujo incontrolado.
Escuchando a los grupos defensores de los inmigrantes (ilegales), pareciera que la única reforma migratoria que ellos aceptarían es una reforma que además de ofrecerle una amnistía a los inmigrantes ilegales, deje la frontera abierta para todo el que quiera entrar al país de una manera ilegal lo haga sin enfrentar ninguna repercusión negativa por violar nuestras leyes.
Pero tenemos que ser realistas y dejarnos de ser ingenuo. Ningún país, sin importar la capacidad que tenga para asimilar inmigrantes, puede mantener una política de frontera abierta con un país vecino con un estado económico tan desastroso como él de México, sin tener consecuencias negativas para su economía y más importante, su estabilidad social.
Aunque los grupos defensores de los derechos de los inmigrantes enarbolan la memoria de César Chávez y se han apropiado de su frase “si se puede”, debemos recordar que Chávez desde un principio reconoció el impacto negativo para la unión de trabajadores que él lideraba, del influjo de mano de obra barata procedente de México. Por eso, Chávez fue un opositor de la inmigración ilegal, aunque muchos no quieren mencionar ese detalle.
Tenemos que entender que un exceso de mano de obra barata debido al influjo incontrolado de inmigrantes ilegales, va a impactar negativamente a todos los inmigrantes legales que por sus estatus legal trabajan conforme a las leyes de trabajo de la nación, y los cuales serán desplazados por esos nuevos inmigrantes ya que los empleadores prefieren mano de obra barata, y mejor para sus ganancias, si esa mano de obra proviene de inmigrante ilegales que pueden ser explotados.
¿Cómo es posible que los grupos defensores de los derechos de los inmigrantes sean tan ingenuos y demanden una amnistía para los inmigrantes ilegales, pero al mismo tiempo se opongan a las leyes y regulaciones que controlarían el influjo de más inmigrantes ilegales?
Como decimos aquí, eso es querer tener el bizcocho y también comérselo.
En el 1986 Ronald Reagan le dio amnistía a más de 9 millones de inmigrantes y 22 años más tarde, nos encontramos en una situación peor con casi 20 millones de inmigrantes ilegales adicionales en nuestro país. Vea este video
Yo estoy de acuerdo con que se resuelva el estatus migratorio de todos los inmigrantes ilegales. Pero tenemos que ser razonable y aceptar que una reforma migratoria incluya leyes y regulaciones que cuando sean aplicadas (no como sucedió con la reforma de Reagan), desalienten a los futuros inmigrantes en vez de alentarlos a ingresar al país ilegalmente.
¿Queremos una reforma migratoria que sea justa? Pues aceptemos que además de una amnistía, tenemos que controlar la frontera y dejarle saber a todos los que quieran emigrar a nuestro país que si lo hacen ilegalmente, no podrán trabajar sino tienen documentos que prueben que están en el país legalmente.
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